La revista salió esta semana y tiene artículos muy chulos sobre temas varios. Si podéis pasaros por la facultad y o poneros en contacto con ellos (vía twitter @Aupoliteia). En cualquier caso dejo aquí lo que dije sobre la infanta. Ya sabéis, todo muy presuntamente ya tal.
La Infanta, la urraca y Zidane.
Según a quién le
preguntes el tema de la infanta puede ser peliagudamente complicado o de una
sencillez pasmosa. Y como vivimos en un estado de derecho y servidor no quiere
ser denunciado vamos a hablar siempre de presuntamente. Que aquí nadie ha
hecho, robado, sustraído o blanqueado nada hasta que el juez lo demuestre. El
juez, sí, porque la fiscalía parece más preocupada por evitar que alguien se
descargue una película de gratis que de la actividad financiera de la
infanta.
El tema viene de más o menos antiguo, con el
famoso caso Nóos que tiene a Urdangarín poco menos que en un exilio forzoso en
Suiza. Supongo que eso de vivir tranquilamente en Mallorca tras ser imputado
por malversación, fraude, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales no es
tan fácil.
Pero lo curioso es
que el problema no es que [presuntamente] roben. Quiero decir, eso es algo que
se veía venir, ¿no? La infanta procede de un linaje de reyes. Hasta donde yo sé
los reyes son cualquier cosa menos democrática. Ya sabéis, lo de masacrar a la
población, tener siervos, feudos, pincharse a la legítima del súbdito la noche
de bodas, gobernar en nombre de Dios,
tener amantes por aquí y por allí (bueno, eso no es necesariamente malo), etc.
Vamos, que lo raro sería que fueran modelos perfectos de ética ciudadana y
democrática.
A la corona se les
asigna un presupuesto anual que suele rondar los 8 millones de euros, que el
monarca asigna libremente por criterios que sólo él, en su inmensa sabiduría y
bondad, conoce. Comparaciones absurdas al margen (no dude en sonreír cuando un
defensor de la monarquía española afirme que la británica es mucho más cara)
creo que nadie puede decir que es una cantidad poco apreciable. Ni la infanta
ni su familia tenían problemas para llegar a fin de mes o se ven obligados a
buscar comida en la basura. Ni van a ser expulsados de su palacete por la
policía. Así que lo de robar por sobrevivir no se lo va a creer nadie.
Lo que ocurre es que
el rico nunca se cansa de ser rico. Pero ese tampoco es el problema.
No, lo jodido, el
problema real, es uno de instituciones y transparencia democrática. Es de
esperar que un rico siempre quiera ser rico. De hecho la doctrina clásica
liberal te dirá que todo rico que se precie debe aspirar a ser aún más rico.
La infanta, pobre
ella, además de estar cegada por el amor y confiar en su marido, sólo obedecía
[¡presuntamente!] las leyes naturales. Como una urraca que intenta llevar a su
nido cualquier cosa que brille. O como un castor haciendo una presa. Sigue su
instinto natural de apropiarse [presuntamente] de un dinero que según el juez
no le pertenecía.
No, no era ese el
problema.
Lo que ralla la
sinvergonzonería es que sea la misma fiscalía quién [y aquí no hay presunción
que valga un comino] desestime el caso y ataque al juez. Lo ridículo de todo
esto es intentar impedir que la infanta sea imputada por el “qué dirán
internacional”. Lo que es de locos es que el gobierno tratara por todos los
medios (sin éxito) que la infanta fuera a declarar.
Ese es el problema
real. Que ante un presunto caso de corrupción y evasión de impuestos clarísimo
el gobierno decida, no sólo mirar para otro lado, sino intentar zancadillear y
torpedear todo el proceso judicial.
Política al margen,
el caso de la Infanta da para más de un monólogo digno del Club de la Comedia.
Que si estaba cegada por el amor. Que si era Urdangarin el que manejaba todo el
cotarro. Que si ella no sabía nada de lo que pasaba en su casa, etc.
¡Por Dios señora!
Una cosa es que [presuntamente] robe. ¡Pero no nos tome por tontos! Si es en mi
casa y mi madre sabe lo que pasa con el último céntimo del dinero a pesar de
que quién trabaja es mi padre… ¿De verdad nos va a decir que ella no sabía
nada? ¿Qué trabajando en la Caixa no tenía ni idea de qué significaban los
papeles que firmaba? ¿Qué era corta de luces y fruto del incesto entre casas
reales?
Aunque bueno,
podemos aceptar esa premisa. Que la Infanta trabajara en un banco sin tener ni
puñetera idea de qué tenía que hacer. Eso dejaría en mucho mejor lugar tanto a
la empresa que la contrataba como a ella, ¿eh?
En fin, que así está
el patio. Con reyes y sin separación de poderes. De Francia hemos importado a
grandes como Victor Hugo, Zinedine Zidane o el Chanel Nº5. Tal vez deberíamos
ir pidiendo por mensajería urgente los planos de una guillotina. Arte moderno
que quedaría de muerte en la Puerta del Sol.
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