miércoles, 26 de febrero de 2014

La Infanta, la urraca y Zidane.

Hace unos días me pidieron que colaborara con "La Voz del Cortijo", publicación de la Asociación Politeia en la Facultad de Ciencias Políticas, y que escribiera un artículo sobre la Infanta y todo el tema de los juzgados. 

La revista salió esta semana y tiene artículos muy chulos sobre temas varios. Si podéis pasaros por la facultad y o poneros en contacto con ellos (vía twitter @Aupoliteia). En cualquier caso dejo aquí lo que dije sobre la infanta. Ya sabéis, todo muy presuntamente ya tal. 

La Infanta, la urraca y Zidane.

Según a quién le preguntes el tema de la infanta puede ser peliagudamente complicado o de una sencillez pasmosa. Y como vivimos en un estado de derecho y servidor no quiere ser denunciado vamos a hablar siempre de presuntamente. Que aquí nadie ha hecho, robado, sustraído o blanqueado nada hasta que el juez lo demuestre. El juez, sí, porque la fiscalía parece más preocupada por evitar que alguien se descargue una película de gratis que de la actividad financiera de la infanta. 

 El tema viene de más o menos antiguo, con el famoso caso Nóos que tiene a Urdangarín poco menos que en un exilio forzoso en Suiza. Supongo que eso de vivir tranquilamente en Mallorca tras ser imputado por malversación, fraude, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales no es tan fácil.

Pero lo curioso es que el problema no es que [presuntamente] roben. Quiero decir, eso es algo que se veía venir, ¿no? La infanta procede de un linaje de reyes. Hasta donde yo sé los reyes son cualquier cosa menos democrática. Ya sabéis, lo de masacrar a la población, tener siervos, feudos, pincharse a la legítima del súbdito la noche de bodas,  gobernar en nombre de Dios, tener amantes por aquí y por allí (bueno, eso no es necesariamente malo), etc. Vamos, que lo raro sería que fueran modelos perfectos de ética ciudadana y democrática.

A la corona se les asigna un presupuesto anual que suele rondar los 8 millones de euros, que el monarca asigna libremente por criterios que sólo él, en su inmensa sabiduría y bondad, conoce. Comparaciones absurdas al margen (no dude en sonreír cuando un defensor de la monarquía española afirme que la británica es mucho más cara) creo que nadie puede decir que es una cantidad poco apreciable. Ni la infanta ni su familia tenían problemas para llegar a fin de mes o se ven obligados a buscar comida en la basura. Ni van a ser expulsados de su palacete por la policía. Así que lo de robar por sobrevivir no se lo va a creer nadie.

Lo que ocurre es que el rico nunca se cansa de ser rico. Pero ese tampoco es el problema.

No, lo jodido, el problema real, es uno de instituciones y transparencia democrática. Es de esperar que un rico siempre quiera ser rico. De hecho la doctrina clásica liberal te dirá que todo rico que se precie debe aspirar a ser aún más rico.

La infanta, pobre ella, además de estar cegada por el amor y confiar en su marido, sólo obedecía [¡presuntamente!] las leyes naturales. Como una urraca que intenta llevar a su nido cualquier cosa que brille. O como un castor haciendo una presa. Sigue su instinto natural de apropiarse [presuntamente] de un dinero que según el juez no le pertenecía.

No, no era ese el problema.

Lo que ralla la sinvergonzonería es que sea la misma fiscalía quién [y aquí no hay presunción que valga un comino] desestime el caso y ataque al juez. Lo ridículo de todo esto es intentar impedir que la infanta sea imputada por el “qué dirán internacional”. Lo que es de locos es que el gobierno tratara por todos los medios (sin éxito) que la infanta fuera a declarar.

Ese es el problema real. Que ante un presunto caso de corrupción y evasión de impuestos clarísimo el gobierno decida, no sólo mirar para otro lado, sino intentar zancadillear y torpedear todo el proceso judicial.

Política al margen, el caso de la Infanta da para más de un monólogo digno del Club de la Comedia. Que si estaba cegada por el amor. Que si era Urdangarin el que manejaba todo el cotarro. Que si ella no sabía nada de lo que pasaba en su casa, etc.

¡Por Dios señora! Una cosa es que [presuntamente] robe. ¡Pero no nos tome por tontos! Si es en mi casa y mi madre sabe lo que pasa con el último céntimo del dinero a pesar de que quién trabaja es mi padre… ¿De verdad nos va a decir que ella no sabía nada? ¿Qué trabajando en la Caixa no tenía ni idea de qué significaban los papeles que firmaba? ¿Qué era corta de luces y fruto del incesto entre casas reales?

Aunque bueno, podemos aceptar esa premisa. Que la Infanta trabajara en un banco sin tener ni puñetera idea de qué tenía que hacer. Eso dejaría en mucho mejor lugar tanto a la empresa que la contrataba como a ella, ¿eh?

En fin, que así está el patio. Con reyes y sin separación de poderes. De Francia hemos importado a grandes como Victor Hugo, Zinedine Zidane o el Chanel Nº5. Tal vez deberíamos ir pidiendo por mensajería urgente los planos de una guillotina. Arte moderno que quedaría de muerte en la Puerta del Sol.

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